jueves, 25 de marzo de 2010

habitar



Qué es viajar. Qué es tomar un avión aparte de contaminar el cielo. Qué es este buscarnos en el otro para reivindicar lo nuestro. Qué aparte de llenar conversaciones. Enlazamos una ciudad con otra, un país con otro, una anécdota con otra. De tanto repetirlo, de tanto hacerlo, perdió su sentido. Cogemos de nuevo la maleta, un billete, un pasaporte y volamos. Salimos, escapamos y perdemos el norte o vamos hacia él o hacia dónde. 

Y a nuestro regreso seguimos siendo extraños, ajenos a nosotros mismos, pero con otro lugar que tachar de la lista, otra anécdota que contar compartiendo una cerveza con un desconocido. Diremos yo estuve ahí y alguien nos mirará con envidia. O con indiferencia. No somos los lugares que visitamos por mucha moda low cost que haya. Como mucho, somos las ciudades que hicimos nuestras, las ciudades que nos vieron llorar, amar, soñar, gritar. Las que habitamos. 

Pero ¿cuánto tiempo hace falta para convertir lo ajeno en propio?

lunes, 22 de marzo de 2010

Muchos cuentos

Te contaré lo que ha pasado. De repente salió el sol y marcó el final de las nieves. La ciudad se llenó de mujeres con minifaldas y niños de ojos rojos estornudando a todas horas. Yo conté hasta diez y arranqué todas las hojas del calendario y me miré las manos gastadas y supe que había ocurrido una vez más. Que habías vuelto a escaparte sin decirme nada, que habías vuelto a dejarme todas las promesas y esa sensación de abandono. 

Es primavera y la sangre se altera y yo solo escucho risas al otro lado de la casa. En algún tren de cercanías alguien apretará la carpeta contra su pecho y una vez en su destino, cruzará un campo de lirios blancos otra vez. Como hace muchas primaveras. Yo mientras seguiré enumerando coincidencias. Visitaré otras camas. Me quedaré mirando unos ojos limpios que me observan mientras me acarician el pelo suavemente y pensaré que, como siempre, la felicidad debe ser otra cosa.

Pero te contaré lo que ha pasado. Hemos salido de esta guarida donde prometimos pasar el invierno y hay tantas cosas ahí afuera que se me agarra al estómago una sensación extraña. Es una emoción y una nostalgia, una inquietud y una alegría. Un presupuesto y un cuento. Muchos cuentos.

El futuro. 


lunes, 15 de marzo de 2010

los lunes al sol


Metidos en la rutina, en una oficina sin ventanas, o con ventanas que dan a un feo polígono industrial, en los pasillos de un hospital, en los platós de televisión, en los mercados internacionales o en los comercios locales, se nos escapa sin querer el pulso de los lugares que habitamos, la vida tal y como ocurre al otro lado del cristal. Por eso a veces, uno se pregunta que se esconde ahí fuera, cuál es el ritmo, cómo respira Madrid, sus tiendas, quién se oculta en los coches que, fuera de la hora punta, atascan la Gran Vía, a qué hora resucitarían nuestros cuerpos sin el silbido estridente del despertador. Cómo sería vivir un lunes al sol. 

El futuro es incierto pero no más de lo que lo era antes. 
Hay cosas que ya no me pregunto. Que ya sé.

Y no sólo los lunes son más bonitos.
Los domingos también.

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas